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Regulación de comederos y el impacto en la producción porcina

La producción de carne de cerdo en Argentina alcanzó en 2024, un volumen de 785.047 toneladas, lo que representa un crecimiento del 3% en comparación con el año anterior (Boletín Mensual Porcino, diciembre 2024, Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca). Este avance está directamente relacionado con las mejoras continuas en genética, nutrición, sanidad y bienestar animal, que influyen positivamente en el desempeño de los cerdos desde la fase de recría hasta la terminación. Sin embargo, la eficiencia productiva no depende únicamente de estos aspectos, sino también de un manejo adecuado, especialmente en lo que respecta al consumo de alimento. La forma en que se ofrece el alimento puede influir directamente sobre el consumo, el desempeño y la conversión alimenticia de los animales. Uno de los factores críticos en este contexto es el ajuste de la abertura del comedero, ya que un manejo inadecuado puede resultar tanto en restricción alimentaria como en desperdicio de alimento, comprometiendo los índices zootécnicos y la rentabilidad de la producción.

La literatura demuestra que la disponibilidad inadecuada de alimento puede generar cambios en el comportamiento de los cerdos, resultando en un mayor tiempo de permanencia en los comederos y un aumento de la agresividad, con peleas por acceso a la ración. Estas interacciones negativas pueden llevar a desigualdades en el consumo, promoviendo variaciones en la ganancia de peso entre los animales de un mismo lote. Gonyou & Lou (2000) identificaron que, cuando el acceso a la ración se dificulta los cerdos pasan más tiempo en la zona del comedero, empujando y mordiendo a sus compañeros de corral. Este comportamiento, además de generar estrés, impacta la eficiencia alimenticia y la homogeneidad de los lotes. Por otro lado, un comedero excesivamente abierto puede aumentar mucho el desperdicio de alimento, lo que representa una de las principales pérdidas económicas. Se estima que el desperdicio de ración puede alcanzar hasta el 30% del total consumido cuando no hay un control del ajuste del comedero (Baxter, 1986).

El desperdicio de ración es uno de los principales desafíos económicos que enfrentan los productores. Dado que la alimentación representa aproximadamente entre 65 y 75% de los costos totales de la producción porcina (López-Vergé et al., 2018), cualquier ineficiencia en el suministro de alimento puede comprometer significativamente la rentabilidad de la granja. Cuando la abertura del comedero no se ajusta correctamente, además del desperdicio directo, se produce un deterioro en la conversión alimenticia, lo que eleva el costo por kilogramo de carne producida. Myers et al. (2012) demostraron

que un aumento en la abertura del comedero conduce a un mayor consumo de ración y una mayor ganancia diaria de peso, pero también reduce la eficiencia alimentaria. La cuestión central, por lo tanto, es encontrar un equilibrio entre una oferta adecuada de ración y la minimización de las pérdidas.

Factores a tener en cuenta en la regulación de los comederos

Lo primero que hay que revisar es la abertura de los comederos para lograr que el porcentaje de cobertura de este sea el adecuado. Los estudios indican que la abertura del comedero debe ajustarse según el peso de los animales para optimizar el consumo y reducir desperdicios. Smith et al. (2004) identificaron que los lechones recién destetados (7 a 30 kg) presentan un mejor desempeño y conversión alimenticia cuando la cobertura de la bandeja del comedero varía entre el 40% y el 70%. Para los cerdos en crecimiento y terminación, Duttlinger et al. (2009) sugieren que el nivel ideal de cobertura de la bandeja es aproximadamente del 50%, lo que garantiza un acceso eficiente al alimento sin acumulaciones excesivas en las esquinas del comedero. Myers et al. (2012) refuerzan esta idea al determinar que los cerdos con un peso entre 41 y 68 kg deben tener aproximadamente un 58% de cobertura del plato del comedero, mientras que los cerdos con más de 68 kg deben reducir esta cobertura al 28% para evitar desperdicios.

Otro factor importante a considerar es el tiempo de alimentación de los cerdos en diferentes etapas de crecimiento. Los cerdos más jóvenes, con aproximadamente 25 kg, tienden a ingerir el alimento de manera más lenta y pasan más tiempo en el comedero que los cerdos más viejos. Esto ocurre porque su capacidad de masticación y eficiencia en la ingestión aún están en desarrollo. Durante los primeros días en la recría, los dientes y los músculos masticatorios de los lechones se están fortaleciendo, y el sistema digestivo aún se está adaptando a la transición de la leche materna a dietas sólidas. Así, la abertura del comedero para animales más jóvenes debe permitir un acceso facilitado al alimento para garantizar un consumo adecuado y reducir la competencia entre los animales. A medida que los cerdos crecen y alcanzan pesos más elevados, la tasa de ingestión aumenta y el tiempo de permanencia en el comedero disminuye, ya que su eficiencia de consumo y digestión ya están bien desarrolladas. Con ello, se hace necesario un ajuste de la abertura para evitar excesos y desperdicios, garantizando que los animales más pesados tengan acceso al alimento de manera eficiente y económica.

La importancia del espacio por animal

Además del ajuste de la abertura del comedero, la disponibilidad de espacio de comedero por animal influye directamente en el desempeño y la uniformidad de los lotes. López-Vergé et al. (2018) demostraron que los cerdos criados con menor competencia por espacio en el comedero presentaron una mayor ganancia de peso y un menor coeficiente de variación en el peso hasta la terminación. Estos resultados indican que, en granjas de alta densidad, los ajustes en el comedero deben ser aún más precisos para evitar la restricción alimenticia de los animales con menor jerarquía social. El modelo de comedero también influye en la eficiencia del consumo de alimento. Bergstrom et al. (2012) compararon comederos secos y húmedo-secos y observaron que este último promueven un mayor consumo y ganancia de peso, pero también una mayor deposición de grasa carcasa, lo que puede ser indeseable en ciertos mercados. Estos factores demuestran que los ajustes en el comedero deben considerar no solo el consumo, sino también los objetivos productivos y comerciales de la granja.

Otros factores a tener en cuenta

La regulación del comedero también debe tener en cuenta el tipo de dieta disponible. Las dietas secas, especialmente las harinosas, pueden tener una fluidez variable dependiendo del tamaño de las partículas y la humedad, lo que requiere ajustes frecuentes para evitar obstrucciones o un exceso de alimento en la bandeja. En cambio, las dietas semihúmedas, que combinan harina con humedad, tienen una mayor adherencia y pueden requerir un ajuste diferente para evitar la acumulación y el deterioro del alimento. El monitoreo constante es esencial para garantizar un flujo continuo de alimento y minimizar las pérdidas.

La evaluación subjetiva del porcentaje de cobertura de la bandeja del comedero es una práctica común en la porcicultura para minimizar desperdicios y garantizar un suministro adecuado de ración. Un enfoque recomendado es el monitoreo fotográfico para la regulación de los comederos, lo que permite una evaluación estandarizada de la cobertura de la bandeja a lo largo del tiempo, un manejo que puede aplicarse en granjas con disponibilidad de mano de obra. Para granjas más pequeñas, donde no hay personal disponible, una alternativa es invertir en capacitación para realizar la regulación en las diferentes fases, reduciendo la variabilidad y logrando un ajuste estandarizado en todos los sitios.

Figuras A-D: Fotografías que representan diferentes % de cobertura media de comederos

A.
B.
C.
D.

Conclusiones

Para optimizar el desempeño de los cerdos y reducir pérdidas, es esencial ajustar la abertura del comedero de acuerdo con la fase productiva. En la recría, la cobertura de la bandeja debe estar entre el 40% y el 70%, asegurando un fácil acceso al alimento. En la fase de desarrollo, se recomienda una cobertura del 50-60% para mantener un buen desempeño sin desperdicio excesivo. En la fase de terminación, la cobertura ideal debe reducirse al 28-40%, previniendo pérdidas y mejorando la conversión alimenticia. El monitoreo constante y los ajustes progresivos garantizarán un consumo eficiente de alimento y una mayor rentabilidad en la producción.


Danrlei Velasque Nogueira, Zootecnista, Técnico de I+D Nutrifarms

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