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Bajo peso al nacimiento: causas, importancia productiva y herramientas para disminuir su incidencia.

El bajo peso al nacimiento en lechones es un problema importante en la producción porcina, dado que tiene un impacto negativo en la supervivencia predestete y el desempeño productivo posterior. Puede deberse a diversas causas, tanto genéticas como ambientales. Dentro de estas últimas, es de suma importancia el manejo nutricional, desde el desarrollo de las cachorras hasta el final de la gestación. En este aspecto, debemos considerar no sólo la formulación de las dietas, sino también diseñar un correcto programa nutricional acorde a cada granja, para potenciar los parámetros productivos según su genética y así aumentar la rentabilidad de los productores.

Tanto cerdas jóvenes o muy viejas, así como cerdas con baja condición corporal, pueden producir lechones de menor peso al nacer. También influyen las condiciones ambientales, como estrés térmico, iluminación, o debido al manejo (aplicación de prostaglandina para inducir partos), y la presencia de enfermedades durante la gestación, que pueden afectar el desarrollo fetal y el peso al nacimiento.

Factores asociados al bajo peso al nacimiento:

  1. Sincronización de partos: es frecuente en las granjas utilizar prostaglandinas (PGF2α) como una medida de manejo establecida para asegurar la disponibilidad de personal durante el parto. Sin embargo, esta práctica puede inducir partos tempranos, lo cual se ha asociado con un aumento en el número de lechones que nacen con bajo peso. Se ha observado que puede reducir el peso hasta en un 11.78%.
  2. Genética hiperprolífica: varias de las nuevas líneas genéticas son de alta prolificidad, también llamadas hiperprolíficas (≥16 lechones nacidos totales). Como consecuencia del marcado aumento de las tasas de ovulación, asociado a la mejor supervivencia embrionaria en el período previo a la implantación, el número de embriones que sobreviven al período post-implantación excede la capacidad uterina. Consecuentemente, la mayor cantidad de lechones nacidos vivos por parto hace que los pesos promedios al nacer sean más bajos, dado que compiten por los recursos disponibles a nivel uterino (nutrientes, oxígeno, etc.). Esto aumenta la proporción de lechones nacidos con bajo peso, considerados así, a los lechones que pesan menos de 1 kg, los cuales pueden representar entre el 20-25% de la camada en cerdas hiperprolíficas.
  3. Insuficiencia placentaria (IUGR): el bajo peso al nacimiento y otros indicadores como la morfología corporal, el índice de masa corporal y los ratios o relaciones del peso del cerebro/órganos vitales en los lechones, son indicadores de la ocurrencia de insuficiencia placentaria.  Diversos tipos de alteraciones morfofisiológicas han sido reportadas en lechones que han padecido de IUGR; entre ellas el menor peso del tracto gastrointestinal y un retraso posdestete en la maduración de los órganos digestivos, en comparación con lechones de peso normal al nacimiento. Se ha reportado, además, menor tamaño de vellosidades intestinales, alteración de la permeabilidad de la mucosa del intestino delgado, del metabolismo de carbohidratos y lípidos a nivel intestinal, y la microbiota, que le afectará su crecimiento a lo largo de toda su vida.

Adaptado de Hales et al., 2013

Impacto económico del bajo peso al nacimiento

Son varios los efectos negativos del bajo peso al nacimiento sobre el rendimiento económico de la granja. A continuación, abordaremos los más importantes.

Aumento de mortalidad predestete

La relación entre el peso al nacer de los lechones y la mortalidad está ampliamente comprobada. Se observó la relación inversa entre peso al nacimiento y la tasa de mortalidad en lactación. Además, si los lechones han sufrido de insuficiencia placentaria, estos serán más débiles y su estómago será de menor tamaño, lo cual hace que ingieran una menor cantidad de calostro, presenten un reflejo de succión débil, tengan baja vitalidad y no puedan regular eficientemente la temperatura corporal. Esta condición hace que al momento de acercarse a la ubre de la madre aumenten las probabilidades de ser aplastados, y otros mueren por inanición.

Se ha reportado que los lechones que nacen con menos de 1 kg tienen una probabilidad de sobrevivencia del 78 al 79% durante la lactancia, mientras que lechones que nacen con al menos 1.3 kg tienen una sobrevivencia del 90 al 91% entre el nacimiento y el destete. Otro estudio, que toma el peso de corte a 0.90 kg, demostró que los lechones que estaban por debajo de ese peso tenían una mortalidad del 40 al 60%, mientras que los que superaron los 0.90 kg tuvieron una tasa de mortalidad durante la lactancia entre el 8-17 %. Además, los lechones de bajo peso presentan un estado inmunitario inmaduro y poco competente, por lo que aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades por ser más susceptibles a las mismas.

Retraso en el desarrollo

Los lechones con buen peso al nacer tendrán mejores pesos a lo largo de toda su vida, en contraposición, los lechones de bajo peso al nacer suelen tener un desarrollo más lento y pueden requerir más tiempo y recursos para alcanzar el peso adecuado para cada etapa productiva.

Es ampliamente aceptado que el bajo peso al nacimiento tiene una relación directa con el peso al destete, la ganancia media diaria y la tasa de mortalidad. Mientras que, en las fases de recría y engorde, el bajo peso al nacimiento afecta los pesos conseguidos al final de los periodos y la ganancia media diaria, pero no las tasas de mortalidad. Asimismo, se sabe que el retraso en el crecimiento fetal provoca un bajo peso al nacimiento, como ya mencionamos anteriormente. Esto no se compensa durante el crecimiento posnatal, y da lugar a cerdos con un menor porcentaje de magro y un mayor grado de engrasamiento.  Esto puede estar relacionado con el hecho de que los lechones más pequeños forman un menor número de fibras musculoesqueléticas durante el desarrollo prenatal. Consecuentemente, el ciclo de producción será más prolongado y los costos asociados con la crianza y alimentación serán mayores. También pueden tener menor peso al sacrificio y menor rendimiento en carne magra, afectando el valor de mercado.

Consecuencias sobre las hembras de reposición

El peso al nacer afecta también la capacidad reproductiva de las hembras. Hembras que nacen con menos de 1 kg de peso producirán, en promedio, 2.7 lechones menos en toda su vida productiva que aquellas que nacen con 1 kg o más de peso. Esto es importante ya que muchas granjas producen sus propias cachorras de reposición. Se debe tener en consideración que el peso al nacimiento de los lechones tiene una baja heredabilidad, pese a que los pesos finales y las ganancias medias diarias suelen tener un mayor componente genético (heredabilidad media-alta).

Algunas herramientas para minimizar la incidencia del bajo peso al nacimiento

Manejo

Una supervisión exhaustiva durante el periodo posparto, dando la atención adecuada a las cerdas y los lechones de bajo peso, con suplementación necesaria de calor y nutrientes se traduce en una disminución de la mortalidad en la fase de lactación.

Sumado a esto, es importante conocer la duración de la gestación del plantel, para así lograr inducir los partos en el momento justo.

Nutrición

Las cerdas hiperprolíficas modernas tienen altas demandas de nutrientes durante la gestación, debido al gran número de fetos que albergan sus úteros. Se ha encontrado que, al nacer, los lechones de una misma camada pueden tener importantes variaciones de peso, capaces de afectar la supervivencia y el crecimiento posnatal. Como consecuencia, la nutrición de precisión durante la gestación debe ajustarse a estos mayores requerimientos para que, en conjunto con otras medidas, se pueda alcanzar la meta productiva de peso al nacimiento de al menos 1.35 kg promedio por lechón.

Un plan nutricional adecuado, comienza desde la recría de forma diferenciada, ya que los programas de alimentación para animales de venta a frigorífico no son los adecuados para las cachorras de reposición. El objetivo de un plan nutricional para cachorras de reemplazo apunta en primera instancia a preparar las estructuras óseas y pezuñas, para que estas puedan soportar por largo tiempo la estructura corporal de una hembra adulta con más de 3 partos. Además, el plan nutricional de la cachorra debe asegurar un adecuado desarrollo y preparación de todo el aparato reproductivo (útero, ovarios, trompas, etc.). Hay que tener en cuenta que estos animales representan el futuro de la granja. La búsqueda de animales más magros y con mayor prolificidad ha llevado a tener cerdas de reemplazo de un tamaño corporal adecuado, en detrimento de la madurez sexual.

Durante la gestación, los requerimientos de la cerda varían según la etapa, debido a factores fisiológicos y metabólicos, tales como el desarrollo, capacidad y eficiencia placentaria; desarrollo de los fetos; desarrollo del tejido mamario, etc., por lo cual, es importante utilizar al menos 3 tipos distintos de alimentos para cubrir estos periodos fisiológicos.

Alimento G1: su objetivo es garantizar la sobrevivencia embrionaria, promoviendo condiciones para un mayor número de embriones viables e implantados en útero, mejorar la eficiencia en el pasaje de nutrientes a través de las membranas placentarias, y así mejorar el tamaño y peso promedio de los lechones al nacimiento.

Alimento G2:  tiene como fin el mantenimiento de la hembra y el ajuste de su condición corporal. Alimento diseñado para mantener el normal desarrollo de los fetos y garantizar un adecuado desarrollo del aparato mamario.

Alimento G3:  el alimento que se ofrezca en esta etapa de la gestación (desde los 90 días de gestación hasta el parto) tiene como objetivo optimizar el peso de los lechones al nacimiento y la cantidad y calidad del calostro que la cerda produce, a través de un mayor y mejor desarrollo de la glándula mamaria.

Conclusiones

La elevada mortalidad de lechones con bajo peso al nacer y el retraso en su crecimiento, caracterizado por una reducida ganancia diaria de peso y/o una prolongada duración en cada fase, son las principales causas de la disminución de la rentabilidad económica en la producción porcina.

Existen varias herramientas que pueden ayudar a minimizar estas pérdidas, tales como la correcta inducción del parto, proporcionar un ambiente adecuado durante la gestación y la maternidad, mantener la salud óptima de las hembras y los lechones, y fundamentalmente, implementar un plan nutricional adecuado y asegurar su cumplimiento.

*Referencias disponibles a su solicitud

M.V. Nazarena Thomas. Técnico Comercial Nutrifarms

nazarena.thomas@nutrifarms.com.ar

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