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Estrés térmico – Impacto en la producción y la salud de los cerdos.

El estrés térmico es un problema global actual y emergente que afecta a la producción porcina moderna, generando grandes pérdidas económicas y afectando la salud y el bienestar de los animales.

El animal experimenta estrés por calor cuando la temperatura y otros factores ambientales, como la humedad relativa, se elevan y lo mueven fuera de su zona de confort térmico; es decir, el animal comienza a percibir una temperatura ambiente elevada que le impide mantener su temperatura corporal y desempeñarse de manera apropiada. En consecuencia, se ponen en marcha varios mecanismos fisiológicos, metabólicos y de comportamiento con el fin de disminuir la producción y aumentar la disipación de calor, permitiéndole al organismo mantener su temperatura corporal dentro de los valores normales.

No obstante, estos mecanismos perjudican la producción y el rendimiento, ya que conllevan una reducción en el consumo de alimento e impactan negativamente la función intestinal, incrementando la susceptibilidad a enfermedades. El estrés calórico afecta principalmente a las cerdas y animales en desarrollo y terminación, ya que tienen un rango de confort térmico más bajo, es decir toleran menos las altas temperaturas que los animales de menor peso.

Susceptibilidad del cedo al estrés térmico

El cerdo es una de las especies más susceptibles al estrés por calor. Esto se debe a que carece o tiene muy pocas glándulas sudoríparas funcionales y, por lo tanto, no puede perder calor corporal por evaporación, la cual es una de las formas más eficientes de disipación de calor.

Además, el cerdo moderno es cada vez más eficiente en producir músculo, proceso que genera gran cantidad de calor corporal que debe disiparse al ambiente para mantener su alto nivel de desempeño. Esto quiere decir que los cerdos modernos producen más calor, pero siguen siendo muy ineficientes para perder el exceso de calor corporal.

El cerdo frente al estrés térmico

Cuando el cerdo se encuentra en condiciones de estrés calórico se ponen en marcha principalmente 2 mecanismos.

Lo primero que sucede es una disminución del consumo de alimento, con el objetivo de disminuir la producción de calor metabólico que genera el proceso de digestión. Algunos reportes indican una disminución del consumo de entre 50 y 80 gramos por día en cerdos de 60 a 90 kg alojados en condiciones de temperatura ambiente entre 24 y 30°C (Campos et al., 2017).

La disminución en el consumo de alimento tiene sin duda, un efecto negativo en el crecimiento del animal, ya que limita la disponibilidad de nutrientes que puedan ser utilizados para ganar peso. Así, se ha reportado una disminución en la ganancia de peso diaria de aproximadamente un 15% durante los meses de verano comparado a cerdos bajo las mismas condiciones durante los meses de invierno.

Sin embargo, la disminución del consumo voluntario no explica el 100% de los efectos del estrés térmico sobre la producción. En situaciones de estrés por calor, los cerdos activan un segundo mecanismo: incrementar la pérdida de calor.

Como mencioné anteriormente, el cerdo es muy ineficiente en este proceso, y depende de mecanismos como la radiación, convección, conducción y el jadeo para perder el exceso de calor. En todo caso, estos mecanismos implican un aumento del flujo sanguíneo hacia la piel y el aparato respiratorio, para favorecer el intercambio de temperatura con el medio ambiente. Asimismo, disminuye el aporte de oxígeno y nutrientes hacia los órganos internos, incluyendo todos los órganos del sistema digestivo y reproductor, afectando su función.

Consecuencias del estrés térmico sobre el intestino

Recordemos que el intestino es un órgano que además de tener un rol indispensable en la digestión y absorción de nutrientes, funciona como primera línea de defensa frente a patógenos y toxinas que pueden estar en contacto con el animal. Por lo tanto, su función es fundamental para un buen desempeño productivo.

En condiciones de estrés térmico, la disminución del flujo sanguíneo y la falta de oxígeno y nutrientes que llegan al intestino afectan la integridad de la mucosa intestinal. Hay datos que revelan que las vellosidades intestinales son más cortas en animales bajo condiciones de estrés calórico, afectando directamente los procesos de digestión y absorción.

Además, el estrés oxidativo que se produce en el intestino genera daño en la mucosa, comprometiendo la función de barrera y aumentando la permeabilidad intestinal a patógenos y toxinas, lo que se conoce comúnmente como Síndrome del Intestino Permeable, aumentando el riesgo de endotoxemia y la susceptibilidad a infecciones. Al mismo tiempo, la respuesta inmunológica que se activa en respuesta a estos agentes extraños que son absorbidos, requiere de nutrientes y energía, afectando aún más el desempeño productivo.

Sumado al efecto directo del estrés térmico en el intestino, que resultan en la pérdida de integridad y el deterioro de la función digestiva, el estrés por calor también influye en la diversidad de la microbiota intestinal, lo que puede comprometer la eficiencia en la utilización de los nutrientes de la dieta.

Además de su efecto sobre la morfología y la función intestinal, el estrés térmico altera el metabolismo energético del animal, favoreciendo la deposición de grasa frente a la de músculo, a pesar del bajo consumo de alimento, lo cual afecta la calidad de la res. También se producen cambios metabólicos relacionados al funcionamiento de las hormonas tiroideas, disminuyendo la movilización de reservas corporales para la producción de leche, además de ocasionar alteraciones en la función endócrina que llevan a infertilidad, intervalos destete-celo más prolongados y menor tasa de partos.

¿Qué podemos hacer para mitigar los efectos del estrés térmico?

Existen varias herramientas de manejo y nutricionales que podemos utilizar para disminuir el impacto del estrés calórico en los animales.

Como primera medida, debemos asegurar que los animales dispongan de agua en cantidad y calidad adecuada, ya que el consumo de agua será más elevado en condiciones de altas temperaturas. La temperatura del agua debe ser monitoreada, ya que, si la misma es elevada, los animales no querrán tomarla.

El control del ambiente es muy importante. En las salas de maternidad, debemos asegurar que las cerdas que están lactando se encuentren en condiciones de temperatura y humedad adecuadas. Para esto, contamos hoy en día con sistemas de ventilación y sistemas de enfriamiento (cooling) que permiten un control más exhaustivo del ambiente. En los galpones de engorde, se debe garantizar el manejo adecuado de las cortinas, para que se mantenga la temperatura y humedad dentro de los rangos esperados. Algunas granjas, además, implementan sistemas de enfriamiento y/o sistemas de goteo o aspersión para favorecer la disipación del calor corporal.

Es fundamental evitar el movimiento de los animales en las horas del día de más calor.

Algunas estrategias nutricionales consisten en utilizar dietas más concentradas, bajas en fibra para compensar el bajo consumo de alimento y al mismo tiempo, evitar la excesiva producción de calor que generan los procesos de digestión. También se recomienda distribuir el alimento del día en raciones pequeñas, varias veces al día.

La utilización de algunos aditivos en las dietas para cerdos ha demostrado ser efectiva en mitigar los efectos del estrés térmico sobre la función intestinal. Entre otros, el uso de vitaminas y minerales antioxidantes, como la vitamina E y el selenio han demostrado ser eficientes en disminuir el efecto del estrés oxidativo que se genera en el intestino como consecuencia del estrés térmico.

Conclusiones

El estrés por calor es un problema actual que no debe dejar de preocuparnos, ya que genera grandes pérdidas económicas debido al mal desempeño de los animales, como consecuencia del bajo consumo de alimento y la pérdida de la función del intestino.

Existen varias estrategias que se pueden utilizar con el objetivo de disminuir el impacto del estrés térmico sobre la producción, a la vez que mejoran el bienestar de los animales.

M.V. Valeria Artuso, PhD – Head I+D Nutrifarms – valeria.artuso@nutrifarms.com.ar

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